Danila Suárez Tomé, Laura F. Belli, Agostina Mileo Februar 2024
La sangre menstrual es un fluido corporal cargado de sentidos sexistas. La visión negativa de la menstruación permea los discursos culturales, publicitarios, médicos y científicos, afectando el derecho a la salud de las personas menstruantes. En este texto damos cuenta del tabú, el estigma y la ignorancia que pesa sobre la menstruación, y enfatizamos la importancia del activismo menstrual feminista de resistencia epistémica, tomando la campaña argentina #MenstruAcción como ejemplo.
La sangre menstrual ha tenido un sinnúmero de sentidos negativos basados en diversas creencias en torno a su carácter mágico, sobrenatural y, por sobre todo, pernicioso para las propias personas menstruantes y para toda la comunidad. Estas creencias han variado a lo largo de la historia y las culturas, pero la generación de mitos en torno a la menstruación persiste aún en contextos contemporáneos y científicos contribuyendo al sostenimiento de un tabú social que impone un secretismo en torno al tema.
Una de las formas más evidentes en las que se expresa el tabú sobre la menstruación son los eufemismos utilizados en la vida cotidiana para evitar nombrarla. La aplicación Clue, que registra datos sobre el ciclo menstrual de millones de clientes alrededor del mundo, compiló más de 5000 eufemismos a nivel global. En español, entre los más utilizados figuran: la regla, Andrés (el que viene una vez por mes), estoy indispuesta, estar del tomate, descongelar el bistec, Caperucita Roja, la luna y el vampiro.
Cuando se habla de ella, la sangre menstrual suele ser descrita como sucia, impura y desagradable. La aversión que produce, incluso entre las propias personas menstruantes, genera que su manifestación a través de pérdidas o manchas visibles sea usualmente vista como algo obsceno que indica un defecto personal de comportamiento social. La persona que no oculta exitosamente su menstruación puede ser interpretada como sucia o loca. En este sentido, se puede sostener que el cuerpo menstruante es un cuerpo socialmente estigmatizado.
Este imaginario, reforzado por la industria de la publicidad de productos de gestión menstrual —usualmente llamados “de higiene femenina”—, se basa en una visión del ser humano que toma al cuerpo a-menstrual (masculinizado) como el punto de referencia de una presunta normalidad y neutralidad corporal a la cual el cuerpo menstrual (feminizado) debe acomodarse. El éxito de toda gestión de la menstruación se define por la perfección en su ocultamiento y la mejor asimilación posible a un cuerpo a-menstrual. Como complemento, las vivencias menstruales subjetivas están teñidas de vergüenza ante la portación de un cuerpo considerado abyecto e inferior.
La insistencia social en la invisibilización de la menstruación y la estigmatización de los cuerpos menstruantes también se reproduce en las esferas de lo científico y de lo estatal, afianzando un lazo de invisibilización que anuda el tabú y el estigma cultural con la falta de investigación sobre la experiencia de la menstruación y la falta de políticas públicas orientadas a la población menstruante.
La reproducción de sesgos androcéntricos y sexistas en la producción de conocimiento acerca de la menstruación es una forma de injusticia, tanto epistémica como social, contra las personas menstruantes, en tanto sus experiencias no han sido utilizadas ni como fuente ni como complemento del conocimiento formal producido sobre este fenómeno. Consecuentemente, tampoco han tenido ningún rol en la producción de protocolos y estándares médicos relativos a la menstruación, o en el diseño de políticas públicas pertinentes.
El activismo menstrual como resistencia epistémica
La reapropiación feminista de la menstruación tiene como objetivo transformar la visión androcéntrica y sexista del proceso menstrual, asignarle nuevos significados culturales y modos de vivencia colectivos y particulares no estigmatizantes, así como avanzar con investigaciones que provean de mayores conocimientos y nuevas herramientas a las personas que atraviesan este proceso, y políticas públicas de salud que puedan atender las necesidades de este grupo.
El tabú y el estigma que pesa sobre la menstruación ha dado lugar a un estado de ignorancia generalizada y a falta de información precisa sobre el tema. Este fenómeno puede ser interpretado como un tipo particular de injusticia epistémica que toma la forma de producción activa de ignorancia. Esta propuesta conceptual, desarrollada por Nancy Tuana, se articula en torno del señalamiento de que no solo el conocimiento debe ser objeto de indagación epistemológica crítica, sino también la ignorancia.
Al poner el foco de análisis en lo que no se sabe, se puede descubrir que el desconocimiento sobre ciertos fenómenos —en este caso, la menstruación— es producto de acciones de perpetuación subliminal, de dominación y de exclusión por parte de quienes poseen los medios de producción de conocimiento. En nuestro caso, la falta de consideración de las experiencias de las personas menstruantes en la producción de conocimiento es un factor que contribuye directamente a la ignorancia activa sobre el tema.
No obstante, también la propia comprensión de esas experiencias por parte de las personas menstruantes se encuentra atravesada por la injusticia epistémica. Miranda Fricker ha explicado cómo las condiciones históricas de marginación que sufren ciertos grupos sociales obstaculizan el conocimiento (en términos de recursos hermenéuticos apropiados) que las personas pueden poseer para comprender sus propias experiencias. El tabú de la menstruación logra exactamente eso: impide que se hagan inteligibles áreas significativas de la propia experiencia para las personas menstruantes.
Los movimientos sociales enmarcados dentro de lo que se ha llamado “activismo menstrual” se conforman como intentos apropiados para revertir esta situación de injusticia epistémica. El activismo menstrual tiene el potencial de generar cambios políticos profundos en el modo en que las sociedades comprenden, conocen y comparten el conocimiento en torno a este proceso, devolviendo a las personas la autonomía sobre sus cuerpos y ofreciendo miradas alternativas libres de los aspectos negativos que suelen acompañar a este hecho fisiológico. Las campañas e intervenciones de los grupos de activistas menstruales permiten resignificar de manera colectiva un hecho que históricamente fue pensado como privado y, al mismo tiempo, conjugar lo personal con lo político.
#MenstruAcción en Argentina
En Argentina, el activismo menstrual se vio por primera vez articulado en una campaña masiva cuando en 2017 se lanzó #MenstruAcción, promovida por la organización activista EcoFeminita. La campaña se desarrolló en torno de tres objetivos: la quita del IVA (impuesto al valor agregado) a los productos de gestión menstrual, su provisión gratuita en espacios comunitarios y la promoción de la investigación y socialización de conocimiento. A través de la instalación de la justicia menstrual como un problema del ámbito de la inequidad de género y de obstaculización de acceso a derechos, la campaña logró penetrar en la esfera pública.
Pero #MenstruAcción no sólo se asentó en torno a la demanda de políticas públicas al Estado, sino que también trabajó activamente en la generación de conocimiento como modo de resistir a la injusticia epistémica que vulnera al conjunto de personas menstruantes. Asimismo, la amplia mediatización de la campaña produjo grietas sociales en el tabú de la menstruación, al mismo tiempo que modificó su consideración como un mero fenómeno del ámbito privado.
Al día de hoy, cinco provincias argentinas y más de veinte municipios han sancionado leyes que en algún nivel implican la distribución gratuita de algunos productos de gestión menstrual. La campaña #MenstruAcción ha colaborado con varios de ellos, logrando incorporar los siguientes puntos a los textos legislativos: la provisión de una amplia variedad de productos de gestión menstrual que exceda los descartables; priorizar la industria nacional en la compra pública de productos de gestión menstrual; la no restricción de acceso a los productos en virtud de la identidad de género; que las personas beneficiarias puedan elegir qué producto quieren recibir y les sea otorgado sin mediación alguna; que la infraestructura sanitaria pública contemple las necesidades de las personas menstruantes; la realización de investigación sobre ausentismo escolar, acceso a la gestión menstrual e impacto ambiental de la producción y descarte de los productos de gestión menstrual; la realización de campañas sobre la temática en el marco de la salud pública.
En segundo lugar, en 2019, durante el #OpenDataDay, el equipo de #MenstruAcción desarrolló, junto a la organización de mujeres en informática Las de Sistemas, el MenstruScrapper, un programa de código abierto que extrae la información relacionada a todos los productos de gestión menstrual listados en Precios Claros, una web del gobierno nacional argentino que registra los valores de venta en comercios mayoristas y minoristas de todo el país. Esto permitió ofrecer un promedio del gasto que representa para una persona gestionar su menstruación a través del uso de estos productos. Desde entonces, el programa se corre cada seis meses para actualizar el valor y generar datos como el porcentaje sobre los ingresos que representa para el decil más bajo o cuánto creció respecto a la inflación general.
Por último, también en 2019, a través de una campaña de crowdfunding, se elaboró un material educativo de descarga gratuita destinado a docentes de todo el país con herramientas didácticas y conceptuales para trabajar el tema de la menstruación en el aula. ESImportante hablar de menstruación (título del cuadernillo) presenta la teoría del mecanismo funcional de la menstruación como un contenido posible para la enseñanza de las ciencias y el fomento de vocaciones científicas, una serie de láminas sobre mitos comunes de la menstruación, propuestas lúdicas para trabajar el tema, una guía para evitar la reproducción de estereotipos en la caracterización del ciclo menstrual y los datos recabados por la campaña.
Publikationsdatum:
13. Februar 2024
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Autor_innen:
Danila Suárez Tomé, Laura F. Belli, Agostina Mileo